La primera audiencia del papa León XIV con los cardenales, celebrada este sábado a puerta cerrada en el Vaticano. Los miembros del Colegio de Cardenales escucharon el primer discurso formal del nuevo Obispo de Roma, quien compartió su gratitud por la confianza depositada y la inspiración detrás del nombre que eligió al comenzar su pontificado.
León XIV, primer papa estadounidense en la historia de la Iglesia, dijo haber asumido un “yugo que claramente supera no solo mis fuerzas, sino las de cualquier otro". El pontífice explicó que la elección del nombre es un homenaje a León XIII, autor de la encíclica Rerum novarum de 1891, que sentó las bases de la doctrina social de la Iglesia en el contexto de la primera revolución industrial.
“Hay varias razones, pero la principal es porque León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”, explicó el papa. A su juicio, los desafíos contemporáneos en torno a la dignidad humana, la justicia y el trabajo requieren que la Iglesia ofrezca “su patrimonio de doctrina social” como respuesta.
Resaltó que su pontificado buscará retomar y proyectar hacia el presente los principios de justicia y defensa del débil que marcaron el magisterio de León XIII, pero adaptados a los dilemas del siglo XXI. Además, introduce un horizonte pastoral donde las transformaciones tecnológicas aparecen como elementos centrales en la reflexión moral de la Iglesia.
El dolor compartido por la pérdida del pontífice argentino estuvo presente en las palabras de León XIV, quien exhortó a los presentes a recoger “esta valiosa herencia” y continuar el camino iniciado por su predecesor. “La conversión misionera de toda la comunidad cristiana, el cuidado amoroso de los débiles y el diálogo valiente”, recordó el pontífice, destacando los pilares de Evangelii gaudium.
Ese llamado a continuar por la senda abierta por Francisco también se tradujo en una exhortación al diálogo con la realidad actual, con todos sus matices. Al cierre de su intervención, León XIV evocó las palabras de Pablo VI al inicio de su pontificado en 1963, cuando expresó su esperanza de que una “gran llama de fe y de amor” iluminara a toda la humanidad.