El domingo 12 de noviembre por la noche, más de 400 personas murieron y 6.700 resultaron heridas a causa del seísmo que afectó el oeste de Irán, donde se siguen llevando a cabo tareas de rescate para hallar sobrevivientes en las ruinas. 

El seísmo, de 7,3 grados en la escala de Richter, que tuvo su epicentro en la frontera de Irán e Irak, dejó edificios convertidos en escombros y vehículos aplastados. Por este motivo, se crearon campamentos improvisados para los damnificados y cerraron las escuelas y los comercios por precaución. 

"Es imperativo que todos los organismos competentes y de socorro trabajen en plena colaboración para proporcionar ayuda, alojamiento y atención a los heridos. El Gobierno apoyará a las víctimas con todos sus recursos, movilizando las capacidades tanto a nivel nacional como local ", manifestó el presidente iraní, Hasan Rohaní. 

La población más damnificada fue la de Sarpul Zahab, en donde cientos de personas esperaban con angustia noticias de sus allegados, quienes desaparecieron desde el momento en el que la tierra tembló. 

Aunque los terremotos en Irán se producen con frecuencia,  este ha sido el más potente de los últimos años. Los más graves hasta la fecha se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida 31.000 y 37.000 personas.