Sin dudas, el avance de la tecnología facilita y agiliza nuestras vidas cotidianas, aunque existen casos en que sucede exactamente todo lo contrario.

En un partido entre Inter y SPAL, en el que se disputaban la 3ra fecha de la Liga de Italia, se utilizó el VAR (Video Assistant Referee) para ayudar al árbitro, que se tomó nada más ni nada menos que 4 minutos y 33 segundos para determinar si una infracción merecía una situación de penal o no.

La falta contra Joao Mário, del conjunto dirigido por Luciano Spalletti, según el punto de vista del referí Claudio Gavillucci solo ameritaba una tarjeta amarilla para Francesco Vicari, por considerarla fuera del área. Ante las protestas de Mauro Icardi, que incluso solicitó la pelota para ejecutar el penal, el mediador de los rivales recurrió al asistente de videoarbitraje para revisar la jugada con detenimiento.

Similar al ojo de halcón en tenis, el VAR es analizado por jueces de video que se encuentran en una sala de realización y tienen acceso a la repetición de las jugadas. El árbitro se comunica con los jueces a través de un auricular y, luego de la decisión que tomen, debe verificarla para determinar si coincide o no.

Las molestias y la demora innecesaria que generó esta situación no terminó por desconcentrar a Icardi, quien anotó finalmente el penal que reclamaba.