Hay quienes dicen que dejan la vida en la cancha. Y hay otros que, literalmente, casi la dejan allí. De no haber sido por el rápido accionar de Yael Falcón Pérez, es muy probable que Isaías Olariaga fuese de los primeros, pero en un sentido literario.

Corrían los 12 minutos del primer tiempo. San Miguel se disputaba el partido de ida contra Defensores Unidos de Zárate por el ascenso a la Primera B Metropolitana. Ningún gol había sido convertido, pero las ganas de que así sea eran evidentes.

Isaías Olariaga, como todo buen 9, saltó a disputarse la pelota con su rival del CADU, Javier Velázquez. Pero las ganas de exclamar el grito sagrado del fútbol cayeron pronto al suelo, junto con todo su cuerpo. 

La fuerza que el treintañero le imprimió al cabezazo le generó un hundimiento de cráneo que lo dejó tendido en el suelo automáticamente. Alertado por las convulsiones, el árbitro del partido, Falcón Pérez, activó sus conocimientos de primeros auxilios y le salvó la vida al jugador.

Mientras la ambulancia se tomaba sus seis minutos para ingresar al campo de juego, Falcón colocaba al jugador de costado, para que su lengua, en medio de las convulsiones, no obstruyera el paso del aire. 

Actualmente, Isaías Olariaga se encuentra internado en el Hospital Argerich y será operado por segunda vez.