Es muy común escuchar la frase: “Es como el buen vino, mejora con los años” refiriéndose a alguien que mejora su aspecto con el paso del tiempo, pero esta regla no sólo no es correcta con las personas, sino que tampoco la es con los vinos.

En algunos casos es verdad, un claro ejemplo es el de Cristiano Ronaldo, que el paso del tiempo sumado a su abultada cuenta bancaria los años lo embellecieron. 

Pero el ejemplo de Macaulay Culkinel, el querible actor que deslumbro en “Mi Pobre Angelito” tira esta máxima por la borda.

Con los vinos pasa lo mismo: algunos mejoran con la crianza y el paso del tiempo, mientras que otros nacen para ser disfrutados en el momento que salen a la venta y se deterioran al envejecer.

Entonces, salvo algunas excepciones, los vinos que podés guardar son aquellos que pasaron por toneles o barricas, y cuanto más tiempo estuvieron ahí, mas van a durar en la botella, esos vinos maduran tan bien como Catherine Fulop y el Ova Sabatini.

Los datos

La barrica de roble no solo aporta los característicos aromas tostados que disfrutas en tu copa, lo más importante a la hora de la guarda es la suma taninos a los que ya tiene la misma uva y la micro oxigenación, que es el mínimo paso de oxígeno que se cuela por sus poros de la madera.

Un vino para la guarda no se decide a la hora de meterlo en una barrica, se piensa desde su nacimiento. El enólogo prepara la planta para que resista el paso por madera y elige el momento de cosechar la uva para que el vino mejore con el tiempo en la barrica.

Lo mismo pasa con los vinos jóvenes, se piensan desde el viñedo, buscando resaltar la fruta, su aroma floral y frescura.

En conclusión: lo importantes es saber qué vas a tomar, si la botella tiene unos años encima asegurate que tenga un paso por barrica o tonel.