BRONNITSY.- La noche posterior al debut en la Copa del Mundo, los jugadores volvieron de Moscú cansados, vencidos, superados por las circunstancias. Por el resultado, por la actuación y por lo inesperado de la situación. Por el corazón tocado. Y por lo comprometida que se pueden poner a las cosas en el Grupo D. Casi nadie cerró los ojos en el predio de Bronnitsy a la hora de tener que conciliar el sueño. Atrás quedaron las puteadas repetidas de Lionel Messi en el vestuario por el penal desperdiciado y de un rendimiento que estuvo lejos de lo que se habían juramentado.   

Costó varias horas conciliar el sueño después del partido, en el complejo de Bronnitsy, a 55 kilometros de Moscú. Aparecieron gradualmente y con paso cansino en el salón comedor. Poco duró el desayuno, pues enseguida se armaron los grupos de trabajo para preparar el próximo compromiso con Croacia, tan decisivo e importante para alejar cualquier tipo de fantasma. Una vez divididos los grupos, los titulares por un lado y los que no jugaron frente a Islandia por el otro, cuando en el predio tenía ese humor que sólo entregan mazazos, Sampaoli tuvo una breve reunión con buena parte del cuerpo técnico. "Esto ya pasó", es el mensaje final que, desde los más experimentados, se intentará instalar cuanto antes a todo el plantel.

¿Por qué Messi terminó tan caliente el partido? ¿Haber desperdiciado el penal lo hace sentir culpable de todos los puntos negativos frente a Islandia? ¿Hasta qué punto se puede depender solo de él? "Sí me siento responsable. Lo del penal fue doloroso", aseguró afectado ante todo quien lo quisiera oír. No es una buena señal que Messi y compañía tiendan a complicarse la vida ellos mismos, más allá de los obstáculos que le plantea el rival. En el caso del seleccionado, son más los problemas en los que se mete sólo que los que soluciona. Y eso es lo que por estas horas desvela a Messi y al resto de los referentes. 

Por la mañana, los suplentes se entrenaron ante un Jorge Sampaoli que se la pasó a los gritos y con indicaciones a viva voz; mientras que los que jugaron con Islandia trabajaron en el gimnasio. Hubo un asado como para levantar el ánimo del plantel y por la tarde los jugadores recibieron a sus familiares. En un momento de la práctica, Sampaoli vivió una situación particular cuando no logró poner en funcionamiento el carrito eléctrico. Intentó en muchos casos, pero no hubo caso. Se podría decir que Sampaoli no logra poner la primera en la marcha de este equipo. En esta Copa del Mundo el equipo sigue en una nebulosa que arrastra desde las eliminatorias, ni parece estar a la altura de lo que insinúa buena parte de sus nombres. Por el momento, no puede apagar los incendios originados en sus propios descuidos y desprolijidades. Y eso es lo que a esta selección le hace vivir el Mundial a las puteadas.